Tuesday, March 1, 2016

Sin Puerta


El amor pareció tocar una puerta.
Y ella sentía el dolor de no poder abrirla.

Parecía haber despertado en él la ilusión, la pasión y la calma ansiada.
Sentía malestar al verlo hipnotizado, porque sabía que si registraba con conciencia aquella escena, era porque no había logrado entrar en ella.
Los unían semejanzas y coincidencias. Él podría haber sido perfecto.
O tal vez lo era, pero entre ambos había una distancia que sentía insalvable.
Era su mente, que seguía despierta.
Detestaba sentir que por mas requisitos que exigiera, no la había poseído la locura necesaria para adormecer a la villana carcelera que seguía en sus entrañas gobernándolo todo.

Parecía haber entre ambos gustos y deseos comunes, sin embargo por algo, no podía zanjar las diferencias.
Ella era la energía misma, él le parecía detenido hacía tiempo.
Las palabras presentaban un sujeto, y los hechos mostraban otra historia.
El parecía vivir de migajas, beber la vida a sorbos tímidamente, sin demostrar orgullo ni admiración para consigo. Parecía espectador pasivo, poseedor de mucho dolor, o tal vez algún resentimiento encubierto, por algo que seguramente lo hizo nunca soltar amarras, ni animarse a navegar aguas profundas.
Lo sentía medido, inseguro. Mirando como si todas las posibilidades hubiesen vencido.

Ella era una avalancha.
Saltaba de a tres escalones, seguía persiguiendo desafíos.
Nada era imposible para ella si se tornaba su meta.

Zarpaba aún en las tormentas, y se hundía para volver a rearmarse en otro puerto. Pero ella era un torbellino, el era como un desierto.

Necesitaba admirar para amar, y admiraba quien saltaba sin puentes, quien vivía llevándose la vida por delante, quien pudiera superarse diariamente.
Amaría a quien viviera apasionadamente como ella solía hacerlo.
Necesitaba ser eclipsada por una sonrisa segura, presente.
Necesitaba alguien que tuviera una historia de propuestas no de resabios, excusas o desaciertos.

Nada la detenía, salvo su eterna esclavitud ante lo que sentía que debía de ser correcto.

Que no era poco, era un lastre a veces tan insostenible que cada vez mas se convencía de la inexistencia de ese hombre perfecto.
Si seguía su mandato, jamás elegiría a nadie.
Se preguntaba, si después de tantos años de incapacidad para estar sola, no quería ahora disfrutar estar consigo misma.
Rodeada por la magia de vivir en el silencio sintiendo lo bello de no temer ser una unidad indisoluble, de saber que allí su mente había perdido la batalla.

Necesitaba alguien  que pudiera con ella.
Un hombre que no se intimidase, que abriera a machetazos la selva para fabricar un sendero, que derribara sus archivos calificadores de un hondazo.
Un hombre que pudiera disolverse en ella.

No lograría amar a quien sabía tímidamente camuflado, para disimular sus "imperfecciones" en lugar de proponerse superarlas.

Él parecía seguir escondido entre  arbustos, esperando no ser devorado, porque ella intuía, que seguía sintiéndose una presa fácil de la vida, aunque se esforzase en aparentar lo contrario.

Sabía que volver a dejar que la eligieran, sería repetir errores conocidos.

Quería desesperadamente poder encender la llama y elegirlo, pero faltaba algo y detestaba no sentirse digna de amar como había amado antes.
En su alma sentía la crueldad con que su mente lo gobernaba todo. Pero estaba nuevamente frente a un viejo dilema.

¿Que sucede cuando la razón, queda  encendida junto a quien se ofrece puramente a amarte sin saber quien eres?  preguntó ella a su amiga, intencionalmente sin compartirle el origen de sus dudas.

¿Que pasa si haces números, valoras, cotejas, comparas, concluyes, o piensas cuando el amor toca a tu puerta?

Su amiga mirándola le dijo.

El amor, llega siempre primero, Elena.
Y cuando llega, lo hace con suficiente fuerza siempre para barrerlo todo.
Por eso es que en su nombre se cometen tantos errores, se generan tantos desencuentros.

El amor enceguece, no permite ver las diferencias, lo que falta ni lo que existe.
El verdadero amor es precedido por la insania que todo maquilla, desdibuja, o ilusamente configura. El amor anestesia tu mente crítica, o rápidamente evalúa y acepta.

¿Entonces?

Entonces, sigues despierta, frente a una pared sin puerta.


Norma Echavarría