Sunday, March 15, 2015

Amor de entretiempos


Mora estaba convencida de haber encontrado al hombre de su vida.

Habiendo leido innumerables historias de hadas, príncipes y princesas, veía a José como su amado de cuento. Siempre soñaba con pétalos de rosas en los escalones de la entrada.
Bueno, estaba lejos de esa escena en este momento.
Todo sin embargo  todo había sido casi perfecto.
O era el cuento que le había ganado a la historia real?


Ellos vivieron un par de años en los que ella mucho mas disponible y activa, cruzaba la ciudad después del trabajo con la única idea de darle un abrazo.

Con 40º llegaba hecha sopa, y mas de una vez al llegar José se aprestaba a irse.






El iba a todos lados en auto, porque el calor  bajaba su presión y ella prefirió dejarle el suyo.

Era mejor así, ella siempre podía acomodarse.

Hasta que la idea de mudarse juntos la llenó de alivio.
Ahorrarían mucho tiempo, que usarían para dedicárselo mutuamente.

Ella miraba su teléfono en busca de mensajitos tiernos, que en respuesta a sus largas cartas de amor, le parecían un poco breves, pero hermosos pensando en que José era algo parco.

Mora había vivido de madre de sus hermanos, y bien claro tenía que tal vez a este caballero sin caballo, también lo había malcriado un poco.
Pero irremediablemente víctima de su hiperactividad y dificultad con decir que NO, había adquirido un rol trascendente en esta pareja.
Ella a cargo de prácticamente todo, se había empezado a sentir muy sola.

Sentada frente a su termo, mirando por la ventana, se había quedado pensando esa tarde.
Volvió de su trabajo con la ilusión de un encuentro, ambos tenían la tarde libre.
Pero José aparentemente tenía el No difícil ante cualquier propuesta de fútbol de sus amigos, y olvidó rápidamente que Mora volvería a casa.
Pero sabía que su mujercita sonriente le diría ,que le hacía feliz verlo disfrutar del deporte...

Ella llegaba del trabajo cansada, pero siempre lista para salir si José estaba dispuesto.

Aunque parecía que desde que se habían mudado juntos, el único interés de su príncipe era el de hacer zapping con el control remoto, de partido en partido.
Y con campeonatos tan largos, verano e invierno eran temporadas de viuda.

Siempre cansado, ahora que estaban juntos, mientras ella terminaba de acomodar la cocina, el tirado sobre la cama se quedaba profundamente dormido.
Del romance y de las caricias ni hablemos, quedaban reducidos a emoticones guardados en su teléfono móvil o para los entretiempos, si es que los había sin amigos.'

Pero, que he hecho yo mal ? se preguntaba...

Le preparo el desayuno cada mañana, tengo todo impecable, pago las cuentas, para que el no se olvide, porque está muy estresado pobre.
Junto la ropa del piso del baño, plancho sus camisas, le tengo sus cervezas frías como le gustan para cuando llega, y casi, casi creo ni se da cuenta que existo.
Llamo a su madre para cumplir con ellos, le paso las novedades familiares, y me ocupo de comprar regalos.
Hasta ahora desde que se mudaron no pudieron hablar del tema dinero. En realidad ella era buena en todo, menos en hablar de lo que podría incomodar al otro. Jamás había podido decir realmente que deseaba.
Así ella seguía pagando todo, y temiendo que el se ofenda si ella hacía algún reclamo.

Cuando es que se sintió realmente princesa?
Se puso a pensar un poco, y con gran dificultad recordó sólo la primera cita.

Habrá convertido a un sapo en príncipe que nunca dejó de ser sapo?

Nuevamente tomó otro mate, mientras en su mente armaba la conversación que nunca se animaba a tener. Tenía pánico.
Jamas le dijo que NO a José, en nada.
Ni siquiera esa mañana, cuando hubiera preferido seguir durmiendo, y tuvo que vestirse para cerrar la puerta. Siempre olvidándose todo, esta vez José había perdido las llaves.

                                                                   
Temerosa de sus enojos, jamás había dicho que ella no era feliz en este personaje de esta historia.

Temerosa de no ser amada jamás había pronunciado en voz alta ningún deseo. Nunca.
Pero sabia que era hora de hacerlo.

Al volver José, se la encontró muy seria.
Ella dijo, tenemos que hablar amor, es importante.



El tomó el control remoto, dijo, ya está jugando Boca, mi amor, mejor dejémoslo para el entretiempo.





Norma Echavarria
15 de marzo 2015








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