Saturday, October 13, 2018

Compromisos Pendientes

Amiga:

Cuatro años atrás, tengo el recuerdo
consciente de una muerte anunciada.
Un recuerdo cuya primer escena
comienza con tu llamado mientras
manejaba de regreso a casa.
Tus palabras amiga, aún las siento
retumbar en mi registro.
–“Nor, tengo cáncer de pulmón, y no tiene cura”.
Tu voz tenía un temblor desconocido.
Recuerdo mi peligrosa parálisis
detrás del volante, mi cuerpo
respondiendo con náuseas inmediatas
y un estruendo en mi cerebro.
“ ¿Como? –Esperame Vero, que paro
y te llamo.
Sentí que casi me desvanecía,
porque las emociones inesperadas
a veces nos inundan sin dejarnos
ningún espacio libre.
En total modo automático,
sin ningún registro de atravesar los
15 km que me separaban
de mi casa, llegué desesperadamente
a conectarte.
Y aún recuerdo tu mirada,
tu pedido de que no
me fuera a buscarte ese día.
Tu llamado requería algo mucho mas
importante que un abrazo de
contención frente al veredicto
de tu sentencia de muerte.
Me elegiste para que te acompañe,
en el último tramo de tu viaje,
tan de cerca cómo veníamos
haciéndolo.
Elegiste a tus amigas, pero nos diste a
cada una un espacio diferente.
Uno que cada una desempeñó
como pudo.
Mi emoción en aquel instante
vibra dentro del recuerdo.
Era la sensación de un camino
conocido.
Unos años antes mi amigo Marcelo
me había elegido para transitar a
su lado hacia su lecho de muerte.
Tenía muy fresco el amor y
el aprendizaje que me regaló su partida.
Vos amiga fuiste también testigo
de aquellos tiempos.
No entendí hasta ese día cuánto era
lo que habías contenido mi dolor
en ese entonces.
Teníamos un círculo de amor mutuo
e invisible hasta ese momento.
En ese agosto negro, también
estaba embarcada en otro barco
con destino cierto.
Otra vida cercana se apagaba
en simultáneo.
Y acepté el compromiso
que generaba conmigo la muerte.
Con la responsabilidad de mantener
mi conciencia plena me concentré
en lo que luego sentí como otro
nuevo privilegio.
Dos amigas juntas una de
cada mano, necesitaban llegar
al umbral del embarque
a mi lado.
Mucho dolor que entiendo
fue mas fácil llevar al
repartir conmigo la carga.
Agradezco que sabiéndome
atravesada por ello, hayas podido
honrarme igual con tu pedido.
Helencita murió dos meses después.
Permitiendo así desplomar mi
humanidad cohesionada
solo por Uds.
Siento aún tus risas, Vero.
Siento tu perfume y tus pasos
elegantes cubriendo tu hermosa
picardía.
Tus ojos grandes hacerse diminutos
en medio de tus carcajadas.
Tu compañía cómplice entre líneas
y nuestro devenir en similitud de
experiencias.
Teníamos un pacto indeleble que sigue
existiendo aún hoy cuando tu
presencia física es intangible.
Extraño nuestros miércoles de
interminables charlas y
sanos silencios.
Miércoles inaugurados meses
antes con una mudanza de casa
y de trabajo que sin saberlo
construyó la plataforma para
un despegue simple.
Fuiste vos quien pudo
unir las piezas del rompecabezas
uno que terminó de encajar
con aquella noticia.
Todo ayudaría a tener que lidiar
con la aceptación del desenlace,
sin distracciones
materiales que ordenar
en poco tiempo.


Miércoles de Bitter Rosso
y jugo de naranja, de helado
de chocolate de Volta,
de champagne
helado y  películas de
Nini Marshall o de Sandrini,
de óperas o simplemente
de las desventuras
del desamor y el sin
sentido que
luego ambas comprendimos
hicieron
mas sencillo dejar
tu puesto.
Juntas nos habíamos imaginado
compartiendo un viaje a Italia.
Soñando entre aperitivos y
atardeceres frente a la costa
amalfitana.
Quiero poder reunirme contigo en
alguna terraza cubierta de
limoneros frente al mar algún día.


Amiga, llegan los miércoles
y te extraño.
¿Cómo transmitir aquello
que me pediste que hiciera?
¿Qué debo decir de un
camino que recorriste con
tanta dignidad y entereza?
Podría compartir la trascendencia
de saber a la muerte presente.
Pero no puedo hacerlo.
No puedo poner palabras
a algo que no las tiene,
que sangra en mi interior
aún como esa tarde de agosto.
Permito a la magia acariciar la idea
de ser vos la que está
detrás de mi presente.
Que desde donde estés sigas
de cerca mi propio viaje.
Celestina como fuiste,
despierta mi sonrisa
atribuirte el cruce
del amor en mi camino.


Amiga, este pendiente
me atraviesa
pero sigue doliendo y
no me siento fuerte.
Tu partida pateó las
piezas de mi tablero
y aún no logré encontrarme
en ellas.
Quisiera pedirte permiso
para escribir
desde el amor a la vida,
desde lo que entiendo
fue tu presencia en la mía:
ayer, hoy y siempre.
Quiero enfocar tu mensaje
centrándome en la
impermanencia, la transitoriedad
y la necesidad de cargar
poco equipaje, porque la muerte
y la vida son dos caras
de la misma moneda.
Porque el amor toca a
mi puerta y
las casualidades para
mí no existen: es que me animo
a vincularlo contigo.
Quiero que sepas que
nuestra amistad
está tatuada en mi piel del
lado de adentro.
Por eso quisiera escribir del
amor y no la de la muerte.

Dejo que lo pienses,
y mandes
tu señal en respuesta a ello.
Puede que te hayas adelantado
a mi pedido
y enviaste flores a mi puerta,
una invitación ligada al Spritz
y al Bitter Rosso,
a Italia y a nuestras pasiones
por lo vintage y el reciclado.

Quiero creerlo así podré retomar
aquel pendiente desde otra
perspectiva.
Te quiero amiga,
y lo haré eternamente.


Nor










1 comment: